Me da la impresión de que quien es capaz de empezar un libro como empieza éste -y me refiero sólo a las dos o tres primeras líneas, al primer párrafo en resumidas cuentas- no tiene más remedio que ser una escritora, aunque haga todo lo posible para no parecer serlo.
Este libro está en las antípodas de lo que me suele gustar por lo general, es literatura cruda -y no sólo por sus crudezas-, y sin embargo me ha interesado, y hasta en ocasiones fascinado, como en fragmentos del primer y tercer relatos.
Rafael Conte