La literatura y muy especialmente la poesía es la forma de exhibicionismo más exagerada que conozco. El paradigma de la acción queda entregado al paradigma del espejo. Sobre éste, hipócrita o sinceramente, depositamos nuestro rostro. los años pasan y los espejos quedan ligados a un tiempo que difícilmente reconocemos. Como de exhibicionismo se trata declaro que en la vida sólo hay tres circustancias reales que me interesan: mi madre, la literatura y Teresa. El resto -tal vez salvaría de la quema a unos pocos amigos- es un anecdotario que confusamente me tropieza o me molesta pero jamás me conmueve.