La antigua luna ha vuelto a aparecer.
Tal vez sea mi única compañia para este crudo invierno. Comprensiva y fiel,
esta amiga jamás podrá suplir la ausencia
del ardiente sol de mi amante.
Noche tras noche, en la soledad
de mi habitación, recuerdo a quien
hace ya muchas lunas me ha prometido volver.
Y la luna, mi confidente, ya empieza a llorar,
de tanto que la miro suplicante,
porque el sol de mi amado
no se asoma desde hace más de mil lunas.
Elías Antonio Muvdi