Se ha ido rescatando hacia su campanilla
de ayer, vuelve a ser su muñeca de cartón
que alas puso a su babi de colegio,
tan niña que ya es moño, abecedario,
y no tiene memoria, sino para salvarse.
Como papel secante se me ha vuelto de olvido
y sinrazón. Ya no sabe de mí
sino por su alegría si la miro,
si al mirarle los ojos se hace sabia
segura que una hoja de su otoño
no ha abandonado el árbol.
Virgen de nuevo, ya puede volar.
Antonio Hernández