La novela se desarrolla en dos planos temporales que actúan como contrapunto. El pasado y el presente de una generación que comenzó cuestionando todo el sistema constituido y ha terminado por adaptarse a él en el más puro pragmatismo. «Como el camaleón -dice Mario, uno de los personajes de la obra-, para sobrevivir hemos cambiado el color de nuestra piel. Así nos camuflamos, nos hacemos invisibles, pasamos desapercibidos. En nuestra sociedad emerger es peligroso.