De estos helados años del invierno en que vivimos, de este tiempo estúpido de miserables y pigmeos, solamente me salva la memoria y la lucha despiadada contra toda forma de arrepentimiento. Ítaca se adivina entre las brumas, desolada y aburrida.
De aquellos otros años, de la estación de los héroes, que compartí tan sólo como espectador, me queda la amargura de no haber sabido ser más que testigo. Horca de dioses muertos, este recuento de sílabas, este catálogo de héroes.