¿En qué momento puse los pies en la mesa?
Aprendí que estar enamorada puede ser olvidar
ponerte los zapatos,
que hay astronautas que abandonan su profesión
para ver tus ojos en tierra, que hay maletas que
se hacen por miedo a vivir.
Aprendí que hay besos que hacen que te olvides
hasta de la ropa que llevas puesta y lugares
maravillosos donde no existen camas para
abrazarnos en el suelo.
Aprendí que el ser feliz también se decide…
y entonces, por fin, puse los pies en la mesa
y escribí este libro.