En palabras de su esposa, José Antonio García-blanco «fue un viajero impenitente […]. Primero por curiosidad, interés por conocer, deseo de libertad, de no integrarse; luego lo tomó como una forma de conseguir una economía solvente manteniendo cierta libertad de acción. Viajó por toda Europa desde el sol de medianoche al Sur de la península, del Este, incluidas las islas hasta Moscú, Oriente Próximo, todo el Norte de África. Ningún país del continente europeo dejó de visitar. Nunca intentó saltar a las Américas. Así durante más de treinta años y de cinco a siete meses cada año.»

La voz del viento y otros poemas es una muy personal recopilación de las cartas y tarjetas que el autor, «Poeta», le envió a su mujer, María, «Poesía», y a sus hijos, desde los distintos y numerosos lugares que visitó por motivos de trabajo durante gran parte de su vida. Sus páginas nos hablan de una distancia a la que, en parte, tan sólo la poesía era capaz de vencer, que tan sólo la poesía y el enormísimo afecto que el autor sentía por su esposa y por sus hijos, eran capaces de anular, de revertir y convertir en algo así como en un barco que llega por fin a su destino, en anhelada y necesaria cercanía.