A pesar de que la figura de Eugenio d'Ors ha sido despachada en ocasiones como falta de consistencia o de profundidad, el interés por su pensamiento, sus obras y su vida está creciendo de modo llamativo en los últimos años. Entre las causas de la vigencia de Eugenio d'Ors se encuentra su más profunda aspiración a ser "en el fondo, y hasta en la superficie, un filósofo". El lector de La filosofía del hombre que trabaja y juega podrá comprobar que en sus páginas resuenan una y otra vez los temas y problemas que han configurado -y siguen configurando- las claves culturales del siglo XX. El horizonte vitalista y pragmatista en el que acontece la reflexión de d'Ors lo convierte en un contemporáneo nuestro en sentido estricto.